REPÚBLICA
BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD
BICENTENARIA DE ARAGUA
VICERRECTORADO
ACADÉMICO
DECANATO
DE INVESTIGACIÓN, EXTENSIÓN Y POSTGRADO
DOCTORADO
EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
ASIGNATURA:
ESTADO SOCIEDAD Y DESARROLLO
SAN
JOAQUÍN DE TURMERO – ESTADO ARAGUA
TEORÍA
DEL CAPITAL HUMANO Y SU INCIDENCIA EN LA EDUCACIÓN VENEZOLANA
AUTORA:
|
Rosy
León
|
FACILITADORA:
|
Dra.
Alicia Lugo de Uzcátegui
|
San
Joaquín de Turmero, Marzo, 2013
INTRODUCCIÓN
La primera definición del término “sociología”, la elabora
el filósofo Francés Augusto Comte, cuando señaló que la finalidad de la
sociología era descubrir las leyes de la humanidad empleando los mismos métodos
de investigación que se demostraron como validos en las ciencias naturales.
Ello condujo a otros importantes pensadores del siglo
XVII, entre quienes figuraron Rousseau y Montesquieu, a anticiparse al orden
sociológico y a respaldar la afirmación de Comte, caracterizando al siglo XVII
como una coyuntura histórico que revolucionó, a través de la sociología, a la
reorganización social y legítima de la moderna sociedad industrial, planteando
como estrategia la defensa del orden social y la oposición a toda crítica
radical. De ese modo, Montesquieu se dedicó al factor estructural relacionado
con las leyes sociales; mientras que Rousseau previno los excesos incontrolados
del progreso mediante el contrato social.
Surgiendo así los diferentes enfoques sociológicos de la
educación entre los que destacan: el funcionalismo, el marxismo, el enfoque
weberiano y el interpretativismo. En el presente ensayo se intenta describir
brevemente la Teoría del Capital Humano y su incidencia en la educación
venezolana. Para tales efectos se pretende: definir la Teoría del Capital
Humano en el enfoque funcionalista, conocer su origen y establecer las
relaciones de la Teoría del Capital Humano con la educación venezolana.
Finalmente se realiza una valoración conclusiva y se revelan las fuentes
consultadas.
Teoría del Capital Humano (TCH).
Según Chiavenato (1999), la TCH se basa
en el abordaje teórico de la economía clásica cuyo principal exponente fue Adams
Smith. Sin embargo, considerando lo expuesto por la Organización para el
Comercio y El Desarrollo Económico (OECD-1998), citado en Calderón y Castaño
(2005:401), “el capital humano es el conocimiento de las competencias y otros
atributos que poseen los individuos y que resultan relevantes a la actividad
económica”.
En atención a dicho planteamiento, el
capital humano se refiere los conocimientos que ha adquirido el sujeto a través
de su educación y al grado en que una persona es capaz de poner en práctica sus
habilidades y capacidades productivas, desde los procesos mentales hasta los
psicomotores. Es decir, el capital humano constituye un conjunto de habilidades
intangibles y de capacidades que contribuyen a elevar la productividad y la
posibilidad, que un individuo o una comunidad, pueda encontrar una actividad
que le permita retribuir sus capacidades laborales.
Según Destinobles (s/f), la TCH fue
desarrollada por Gary Becker en 1964, quien escribió un libro titulado “capital Human”; el cual consideró al
hombre (individualmente), como un agente económico, capaz de tomar decisiones
para invertir o no en su educación, teniendo en cuenta que es a través de la educación
como el individuo puede crecer profesionalmente. Es decir, el hombre, se
comportaría como un agente económico e invertiría en su educación de manera
proporcional a lo que sería capaz de lograr como profesional.
Es por ello que la TCH, le otorga importancia
a la meritocracia. Entendiendo dicho término como la forma en que es posible
ocupar determinados cargos atendiendo a los méritos que reúne una persona. Cabe
destacar que ésta medida es poco considerada en la actualidad social-laboral venezolana,
especialmente en las empresas del estado, considerando que la meritocracia es
una disposición absolutamente necesaria en la formación de los profesionales
que requiere el país.
Al respecto plantea Feito (2001), en
Rodríguez (2001), que el tipo ideal de una sociedad meritocrática requiere que
las sociedades se distribuyan de acuerdo al mérito y a las competencia
profesionales, siendo la educación formal, el medio que permita la
cualificación de los sujetos en sociedad; ofrecer a todos por igual acceso a
una educación formal, dependiendo de sus preferencias y capacidades, toda vez
que sea una realidad la distribución de grupos humanos, según de sus
capacidades intelectuales para el ejercicio de sus funciones ocupacionales.
Destaca Becker en Destinobles (ob.cit.),
que las características de ésta teoría radica en saber distinguir el proceso de
educación del hombre, describiendo así dos maneras de formación: una general y
otra específica; la primera se refiere a la adquirida en la escuela; en tanto
que la segunda, depende de la relación que establece el empleado en la empresa,
es decir, la empresa invertirá en la educación del empleado mientras éste,
preste un servicio a la misma de lo contrario, será el mismo empleado quien
costeará sus propia preparación para acrecentar su intelecto. Situación que
pude ser apreciada principalmente en las empresas privadas venezolanas.
Al respecto, plantea Feito (2001a), que
la TCH empleó como método el cálculo de los rendimientos privados de la
inversión en la educación a través de la determinación de las diferencias en
los ingresos en la vida activa de cada individuo con diferentes niveles
educativos. Entonces, a mediados del siglo XX, el cambio acelerado que la
sociedad moderna necesitaba de especialistas y experto en diferentes áreas, condujo
a valorar la importancia del sistema educativo como el encargado de entrenar a
los individuos y luego seleccionarlos, lo que implicó la expansión de mano de
obra especializada en el sistema de enseñanza. Es por ello que la educación se
hace dependiente de la economía, ya que el sujeto es visto como un instrumento
de desarrollo en las organizaciones para las cuales trabaja.
Origen
Teoría del Capital Humano.
La TCH, tiene su origen en el enfoque
funcionalista al cual pertenece. Para entenderlo, es necesario comentar quienes
eran los seguidores de dicho enfoque, que perseguían, y que hace el
funcionalismo. Al respecto, Herrero (2002),
sostiene que el funcionalismo percibe a la sociedad como un sistema o
conjunto de sistemas tan íntimamente relacionados, que si se altera un
elemento, inmediatamente se altera la funcionalidad del sistema dentro y fuera
de la sociedad. Cuando se piensa en una sociedad, se debe percibir ésta como un
organismo biológico en el que las partes forman un todo.
El enfoque funcionalista, surgió como una
necesidad expuesta por un grupo de antropólogos y sociólogos, de estudiar la
relación existente entre la sociedad, cultura y personalidad. Entre los
seguidores más destacados del funcionalismo, se mencionan: Bronislaw Malinoswski,
Emile Durkeheim, Talcott Parsons, Max Weber, Alfred Reginald Radcliffe-Brown,
Robert King Merton, David Easton, entre otros. En el presente ensayo, sólo se
destaca los tres primeros.
Según Bohannan y Glazer (2007), el
etnógrafo Bronislaw Malinowski (1884-1942), plantea que este enfoque estudia la
cultura y demás hechos sociales, en función de cómo se organizan para
satisfacer las necesidades de un grupo humano, es decir, todas aquellas tareas
u objetivos que tienden a mantener y conservar los organismos de la sociedad y
a ésta como tal, incluyendo sus modelos culturales.
Pero para Feito (2001a), algunos
funcionalistas como Durkeheim, establece una analogía de la sociedad con el
cuerpo humano, con lo que demuestra la interdependencia de unos con otros. Es
decir, en la sociedad cada institución tiene funciones específica y las
distintas parte de la sociedad son interdependientes entre sí. Ejemplo las
escuelas establecen contacto periódico con las familias de los estudiante,
simultáneamente con la economía, la política, la religión, entre otros.
Durkeheim fue el filósofo clave en la
constitución de la sociología de la educación, porque reflexionó explícita y
extensamente sobre la educación, rompiendo así con la estructura epistemológica
de la pedagogía de su época. De ahí que Durkeheim se destacó por decir que eran
tres los aspectos sociológicos que determinaron el desarrollo de la sociología
funcionalista: afirmó que las transformaciones del sistema educativo eran
consecuencia de los cambios económicos y sociales presentes en una sociedad
globalizada; aseveró que tanto las características de las estructuras
educativas como la de sus contenidos culturales se relacionaban con la
necesidades de la sociedad; finalmente precisó que era necesario una mayor
individualización en los procesos de enseñanza y de aprendizaje porque los
mismos eran el reflejo de los cambios en la pedagogía de las instituciones
escolares.
Por
otro lado, Calello y Neuhaus (1992:62), comentan sobre el estudio realizado por
el sociólogo estadounidense Talcott Parsons (1902-1979). Señalando que Parsons es
el verdadero fundador y arquitecto teórico del enfoque funcionalista. Dicen los
autores (ob.cit.) que Parsons opinaba que:
Las sociedades tienden hacia la autorregulación, así
como a la interconexión de sus diversos elementos (valores, metas, funciones,
etc.). La autosuficiencia de una sociedad
está determinada por las necesidades básicas, entre las que se incluían
la preservación del orden social, el abastecimiento de bienes y servicios y la protección de la infancia.
En la definición anterior, Parsons demostró
preocupación por el destino de la sociedad, y en la misma sólo el interés
técnico para predecir y controlar, de ahí que Parsons, se convierte en uno de
los mayores exponentes del enfoque estructural funcionalista en la sociología de
mediados de siglo XX. De acuerdo con Feito (2001a), para Parsons, el hecho
clave de la modernización es la revolución educativa, la cual ofrece igualdad
de oportunidades que conduce a diferentes logros provenientes de: individuos
distintos, habilidades diferentes, orientaciones familiares distintas,
motivaciones individuales diferentes, y una credencial educativa que determina
el cargo a ocupar.
Parsons opinaba que la primera función
del sistema educativo es legitimar esas desigualdades a través del proceso de
socialización como elemento ideológico clave en las sociedades modernas. En tal
sentido, Parsons admite que en algunas escuelas, unos alumnos manifiestan mayor
grado de autosuficiencia respecto a los docentes y a su capacidad de asumir
responsabilidades. Y alude que en la escuela los alumnos son evaluados de modo
objetivo, diferenciándose mediante el logro de los aprendizajes tanto
cognitivos (información y destrezas) como morales (ciudadanía, comunidad escolar).
Es por ello que Guerrero (2003),
expone que Parsons, en su obra “El aula como sistema social”, estudia a la
escuela en su doble rol como agente socializador y como distribuidor de
recursos humanos en la mejora del rendimiento. Razones por la cual para
Parsons, la escuela es selectiva a la hora de situar al niño porque considera
las competencias que tiene el niño.
Surge así la TCH, a mediado de los años
cincuenta del siglo XX, luego de la segunda guerra mundial entre Estado Unidos
de Norteamérica (USA) y la entonces
llamada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), implementándose una
guerra fría tanto en lo político como en lo ideológico. Para entonces, ambas
naciones se preocupaban por la formación académica de sus científicos, ya que el
único norte era demostrar cuál de las dos naciones se destacaba mejor en la
guerra como potencia mundial. Es así como, mediante hipótesis, surgió la TCH, donde se le dio mayor peso a la
productividad de la educación demostrado por la rentabilidad de hacer las
inversiones que fueran necesarias en ella en beneficio tanto para la sociedad
como para los individuos.
Según Moreno (2012), en el ámbito
educativo, el origen del término “capital humano”, data aproximadamente de
1964, cuando dos economistas de los Universidad de Chicago, Theodoro Schultz y
Gary Becker ofrecieron su discurso a una sociedad epocal que estaba en plena efervescencia
de la tecnología educativa. En dicha alocución ambos personajes afianzaron las
bases de la economía de la educación enfatizando en la importancia de la TCH.
Como se puede apreciar, no en vano debían ser considerados los postulados de
Durkeheim y Parsons.
Al respecto, Ramírez y Lechuga (2006),
refieren que la economía de la educación admite que el desarrollo de la
economía de los pueblos se debe a la acumulación del capital tanto físico como
humano, donde la educación juega un importante papel en la conformación del
capital humano. Asimismo, Ibáñez, Brunner y Elacqua (2003), señalan que la
sociedad contemporánea en general depende del capital humano que cada una
posee, de ahí que las naciones deben preocuparse por invertir en promover e
impulsar sus capacidades productivas a fin de incrementar tanto sus ingresos
personales como el de las empresas.
Relaciones
de la Teoría del Capital Humano con la Educación.
Considerando
lo expuesto en Ramírez y Lechuga (ob.cit.), e Ibáñez,
Brunner y Elacqua (ob.cit.), invertir de manera individual en la educación de
los estudiantes, conlleva a incrementar los niveles de competitividad de las instituciones
educativa, pues estarán ganada a preparar intelectualmente a sus estudiantes y
personal docente, los cuales a su vez, serán excelentes candidatos para encontrar
empleos que le aseguren mejor la calidad de vida; generando en ese trabajador
una fuerza productiva representada en las habilidades y conocimientos,
desarrollándoles la capacidad de invertir en sí mismos, aun cuando no son
propietarios más que de su intelecto.
Es importante la relación que se establece entre a
TCH con la educación venezolana, pues si se toman en cuenta la habilidades y
conocimientos adquiridos y desarrollados por los individuos en el transcurso de
su vida, se convertirán en la herramienta que les abrirán las puertas a su
incorporación y desempeño en el proceso productivo que tanto necesita el país.
En consecuencia y en atención a Schultz (1972), el capital humano se
caracteriza por ser: intransferible, pero puede ser transmitido a través de los
procesos de enseñanza y aprendizaje; no se devalúa, en tanto quien lo posea se
mantenga actualizado considerando que vive en un mundo globalizado sujeto a
constantes cambios; es perpetuo, en tanto viva quien lo posea; y se adquiere en
la juventud de quien muestre interés en poseerlo.
Valoración
conclusiva
La TCH considera la fuerza de trabajo como capital, y es
a partir de allí que todas las sociedades son capitalizadas ya que mientras
unas poseen recursos económicas, otras tienen recurso intelectual (capital
humano), asignándose a sí mismas la calidad de capital humano con el que cuenta
como resultado de la inversión que cada una hace en la formación de su
población.
Desde los orígenes de la TCH hasta hoy,
constituye un manera de visualizar la necesidad de preparar al hombre como
recurso humano en el marco de la globalización, ya que concibe a la educación
como una inversión necesaria generadora de la utilidad que puede tener el
sujeto en el futuro laboral favoreciendo el crecimiento intelectual y económico
mediante la investigación, calificación laboral y la producción técnica en la
optimización de su funcionalidad en la sociedad.
La TCH se apoya en las teorías de
Durkeheim y Parsons. Ya que para Durkeheim, la educación consiste en la
influencia que tienen las personas adultas sobre aquellos que aún no están
preparados para afrontar la vida; por lo tanto, la primera función de la
educación consiste en desarrollar en cada individuo aquellas capacidades y
habilidades que necesita la sociedad.
Y en la teoría de Pearsons, porque la escuela
tiene dos funciones importantes en la TCH: socialización y distribución de los
recursos humanos. Para Pearsons, la sociedad manifiesta una cultura
indivisible, siendo la cultura de la escuela neutral donde el proceso de
selección es regido por principios universalistas conducente a la obtención de
estatus adquiridos; es decir; La cultura que transmite la escuela la única
cultura válida.
La
TCH, sostiene que es necesario invertir en la educación para desarrollar a la
población escolarizada e inculcar destrezas cognitivas con el propósito de
generar mayor productividad en los centros de trabajo a fin de aumentar el
flujo de futuros ingresos.
REFERENCIAS
Bohannan, P., Glazer M, (2007). Antropología: Lecturas. España:
McGrawHill
Calderón, G.; Castaño, G. (2005). Investigación en administración en América
Latina: evolución y resultados. Manizales: Universidad de Colombia.
Calello H., Neuhaus, S. (1992). La
Investigación en
las Ciencias Humanas. Método y Teoría Crítica. Venezuela: Fondo Editorial
Tropikos.
Chiavenato, I. (1999).
Introducción a la Teoría General
de la Administración. (5ª. Ed.) México: Mc Graw Hill.
Destinobles, A.
(s/f). El
capital humano en las teorías de crecimiento económico. Disponible en: http://books.google.co.ve/books?id=ATK3yacsIb8C&pg=PA21&dq=teoria+del+capital+humano.+caracter%C3%ADsticas+(%2B)&hl=es-419&sa=X&ei=lcQ9UdeWFY660AHPx4CABw&ved=0CCsQ6AEwAA Consultado en: enero, 20, 2013.
Feito, R. (2001a).
Teorías sociológicas de la educación. España: Universidad
Complutense Madrid. Documento en línea. Disponible en: http://pendientedemigracion.ucm.es/BUCM/cps/lecturas/4.htm
Consultado en: febrero 7, 2013.
Guerrero, A. (2003). Enseñanza y sociedad: el
conocimiento sociológico de la educación. España: Siglo XXI de España
Editores.
Herrero, J. (2002). Funcionalismo.
Documento en Línea. Disponible en: http://www-01.sil.org/training/capacitar/antro/funcionalismo.pdf Consultado en: 2013, Marzo, 4.
Ibáñez, A.; Brunner, J.; Elacqua, G. (2003). Capital Humano. Chile: Universidad de
chile.
Moreno, P. (2012). Glosario Político del Modelo Neoliberal en Educación. Red diario digital. Artículo en línea. Disponible en: http://www.diarioreddigital.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=7629:glosario-politico-del-modelo-neoliberal-en-educacion-&catid=109:colaboradores&Itemid=94
Consultado en: febrero, 20, 2013.
Ramírez, L.; Lechuga. L. (2006). Políticas Educativas Neoliberales y
Posturas Teóricas Sociopedagógicas. Ponencia en VII Congreso
Latinoamericano de Sociología rural, Quito, Ecuador.
Rodríguez, M. (2001). (comp) Temas de
sociología volumen I. Feito (2001). Teorías sociológicas de la educación
España: Huerga Fierro Editores.
Schultz, T. (1972). El valor económico de la educación. México: Unión Tipográfica
Editorial Hispano Americana.
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